Hoy te voy a dar una receta con la que quitarte el mono de dulce sin demasiados remordimientos. Si.., digo demasiados porque esta receta lleva “calabaza”, así que es ideal para empezar de nuevo con las dosis recomendadas de azúcar sin pasarse demasiado.¿Te he logrado convencer? Yo me lo he repetido una y otra vez hasta que me lo he creído…..con eso de que lleva calabaza.
Su nombre científico es incluso más chulo, se llama cucurbita.
Por su gran contenido en vitamina A se le atribuyen efectos beneficiosos sobre la visión. También contiene vitamina C y del grupo B, aunque en menor cantidad. Nos provee minerales tales como potasio, hierro, cobalto, boro, zinc y calcio. El 90% de su contenido es agua, por lo que es muy diurética, pero también es depurativa y digestiva. Contiene mucílagos, pocas calorías y casi nada de grasa, lo que la hace adecuada en dietas. “lo veis…”. Esto no lo he puesto yo lo dice la wikipedia, ¿qué os pensabais?
Bueno, después de tanto rollo vamos allá con la receta, que es lo que interesa. Me la ha dado una buena amiga, Silvia Molina, que también es adicta a la calabaza… y a las recetas, jejeje.
INGREDIENTES:
- 400 g de calabaza asada.
- 400 g de harina.
- 400 g de azúcar.
- 250 ml de aceite.
- 1 sobre de levadura.
- 2 papeletas de gaseosa (dos de cada color).
- 4 huevos.
- 125g de pepitas de chocolate (opcional).
Lo primero que tenemos que hacer es asar la calabaza.
Yo aproveché que ponía el horno y asé más cantidad. Como ya os he dicho, me encanta la calabaza. Con media calabaza que pese unos 600g sin asar tenéis suficiente.
La calabaza la podéis asar el día de antes. Si no, esperad a que esté fría para mezclarla con los ingredientes.
Lo primero que hay que hacer es forrar una lata grandecita con papel de horno y precalentar el horno a 180ºC.
Tamizamos la harina con la levadura y los gasificantes y reservamos.
Pesamos el resto de ingredientes y los mezclamos todos, de uno en uno, excepto las gotas de choco.
Una vez estén todos los ingredientes bien mezclados añadimos poco a poco la harina, y mezclamos de nuevo. Por último, solo faltan las pepitas de chocolate que son del todo opcionales.
Yo mezclo siempre las cocas con varillas manuales (las manías no las quitan los médicos), pero podéis hacerlo con las eléctricas, con cuidado de no sobrebatir la harina.
Bueno pues ya está, a la lata y al horno. Cuando empiece a dorarse por encima la pincháis, y si todavía le queda un poquito ponedle papel de aluminio por encima, solo dejado caer para que no se queme y se pueda acabar de cocer.
Yo le echo azúcar por encima en cuanto la saco del horno, pero eso va a gustos.
Mirad lo que le pasó a la pobre en cuanto dejó de quemar. Me dio tiempo de hacerle alguna foto chula.
Vaya pinta tiene, eh!